Después de las 16 horillas de viaje de nada yo llegué a La Paz hecho un guiñapo tremendo. Tras decidir y conseguir alojamiento, dejé los bártulos, descansé un poco y salí a deambular un poco.
Bajé por la calle principal de La Paz y en un momento dado me paré a hacer un par de fotos. Mientras hacía las fotos, se paró un taxi delante de mí, se bajó un payo y al verme, me preguntó:
– ¿Fotógrafo?
– No
– ¿Turista?
– Sí.
Y se fue. Pero sólo se fue un par de pasos. Luego volvió.
– ¿Vas a estar por aquí todo el día?
– (¿Ein?)
– Mira, voy camino de un juicio. Me han dejado solo y necesito un fotógrafo / testigo (no recuerdo) y no tengo a nadie. Se trata de un juicio de maltrato animal. Al contrario de lo que pasa en EEUU, aquí hay leyes que protegen a los animales domésticos (pero no a los salvajes) de las agresiones de las personas (o al revés, no recuerdo). Aquí tengo un vídeo de una intervención policial en la que puede verse a esta mujer maltratando a los animales cuando llegamos (y me enseña un vídeo en un móvil en el que no vi nada). Como personas tenemos el deber, porque es un deber, de proteger a los animales. Aquí llevo algunas pruebas de lo que obtienen de los animales (y me enseña unas plumas de colores que llevaba en una bolsa de plástico). La vista será dentro de un par de horas más o menos. Lo van a concretar ahora. Si te parece, te dejo mi nombre y mi móvil, miras un poco por Internet sobre mí y sobre lo que te he contado y si puedes echarme una mano, me llamas y vienes al juicio. Los juzgados están aquí al lado.
Yo aquí pensé “Acabo de llegar y esto ya se pone interesante. ¡Aventuras surrealistas!”. Pero luego pensé “Si me piden el pasaporte y estar localizable, me han jodido las vacaciones. Además, no tengo claro mi papel en el juicio, pero no es serio ir si no sé ni de qué va”. Finalmente no le llamé (y con lo grande que es La Paz me lo crucé un par de veces en los días siguientes y yo me hacía el tonto por si me reconocía y me iba a echar algo en cara).
Tras eso me fui a buscar un tour para hacer la carretera de la muerte en bici. Aunque se conoce así a la carretera, por si acaso lo mejor es decir la Carretera de los Yungas. Es la única carretera de Bolivia donde se conduce al revés. Los que bajan van por la izquierda y los que suben por la derecha. En principio los que bajan van por la izquierda porque es el lado del volante y es ahí donde está el precipicio. De esta forma es más sencillo sacar la cabeza por la ventanilla y apurar la anchura de la carretera al máximo. Cuando era la única carretera existente, los cruces en determinados puntos tenían bastante riesgo y por lo visto morían unas 100 personas al año al despeñarse por los precipicios.
En bicicleta es una pasada de carretera. Es cierto que no hay protecciones y que los precipicios siguen estando ahí, pero bajando en bicicleta hay espacio para caerse de todas las formas posibles pero siempre dentro de la carretera. Hay que tener muy mala suerte o poner mucho de tu parte para ir precipicio abajo. Se trata de más de 50km de bajada, comenzando en un clima frío y terminando en uno cálido, con unos paisajes preciosos. Merece la pena. En Internet he encontrado unos cuantos vídeos de programas sobre esta carretera. No me cuadra lo que viví con lo que veo en esos programas. En alguno hasta hacen un ritual antes de entrar en la carretera. La TV y sus tonterías con tal de tener más impacto y audiencia. Casi todo puro cuento y tontería.
Durante el camino, el guía va haciendo fotos, algunas de ellas en los lugares típicos. En la siguiente foto, las instrucciones eran claras. Primero todos con las bicis al borde del precipicio. Luego todos sentados en el precipicio. Pero siempre tiene que haber un memo que no se entera y mientras todos están con la bici, él se sienta en el precipicio. El memo era yo. Menos mal que todavía no era la foto definitiva y pude corregir mi actuación estelar.