Hace unos días que quiero que me den una receta médica para un medicamento. Antes de venir aquí, me saqué la tarjeta sanitaria europea. Se supone que me podría valer para eso. Otra alternativa es pagar una consulta (50€) para que un médico me haga la receta y luego pagar el medicamento. El precio total me parece un poco excesivo, así que intento que me lo den todo (o parte) gratis con la tarjeta europea. Por lo visto se puede, pero yo no lo consigo.
Lo primero que he intentado ha sido cruzar la calle. Entrar en el hospital que tengo justo ahí y soltar el rollo. Cuando ya me he quedado a gusto, la recepcionista me mira y me dice que aquello es una maternidad. Uhm, por lo visto aquí no pinto nada. Al menos hasta que esté embarazado. Y todo se andará, que cuando se me mete algo en la cabeza…
Lo segundo ha sido buscar un hospital público. Miro por Internet en la página adecuada y encuentro el que supongo más cerca de mi casa. Aprovecho que quiero ver cómo funciona el GPS con las PDAs a las que doy soporte y le pongo la dirección destino. 3,5 km y casi 40 minutos. El chisme tiene su gracia. He puesto la mano en posición “aaaaaay paaaaayo, dame un leeeeeeuro” y en ella el receptor de GPS. Pues así todo el camino. Esto es más útil y cómodo en un coche…
Y al llegar, otro exitazo. El que atiende allí me dice que eso no es un hospital sino un geriátrico o algo así. Ahí iré más adelante pero ahora tampoco pinto nada. Le pregunto donde puedo utilizar mi maravillosa tarjeta sanitaria europea y me dice que cerca de mi casa hay un hospital donde seguramente me la acepten. Perfecto, 40 minutos andando de calentamiento. Ahora a volver.
Y llego por fin al hospital, me identifico como un agente del FBI con mi tarjeta y el resultado es que no impresiona demasiado. Me dicen que rodee el hospital y que entre por urgencias. Llego a urgencias y me vuelvo a identificar (esta vez con mucho más estilo, la experiencia es un grado). PUES NO HAY NADA QUE HACER. La tarjetita parece tener menos valor que un calendario antiguo. Me ha preguntado que cuál es mi urgencia. Pues mi urgencia es que no quiero pagar un pastón por un papel para luego pagar un pastón por un medicamento. ¿No le parece suficiente? ¿Usted cuánto cobra? Luego no he entendido lo que me ha contestado pero algo sobre que están muy ocupados y que tendría que esperar 8 horitas de nada. Me he planteado salir, arrancarme la cabeza y volver a entrar con ella en la mano y decirle: “Mire señorita, creo que esta vez es una urgencia, pero NO LO TENGO MUY CLARO PORQUE NO ME LLEGA A LA SANGRE A LA CABEZA”.
Por el momento ha sido un fiasco, pero no pienso rendirme. Tampoco pienso ponerme malo porque esto es muy complicado. En Irlanda hay dos cosas que sólo puedes ser si tienes cierta cantidad de dinero: enfermo (pagas por todo) y borracho (el alcohol es muy caro). Relacionarse con este tipo de personas significa que te relacionas con lo mejor de la sociedad irlandesa. Cabrones.