Después de mi primera experiencia como padre suplente con los Triskis, le he cogido gusto a esto de ir a los hospitales pareciendo el padre.
Ayer por la mañana la croqueta tenía fiebre. Por la tarde empezó a toser imitando a un perro. Y ya tarde por la noche no respiraba bien y estaba más caliente que el palo de un churrero. Como el padre no estaba en Madrid mi hermana estaba en casa y llegados al punto de no respirar bien (sobre las doce de la noche) decidió llevarla a Urgencias al Hospital San Rafael para que la vieran. Esta croqueta hace lo que sea por salir un viernes por la noche.
La sala de espera no tenía mucha gente. Había un par de máquinas de comida. La que tenía escrito con letras gigantes “Refrescos” vendía patatas, chocolates y demás porquerías. La de “Sólidos” vendía botellas de agua y latas de refrescos. Confiando en que los que nos atendieran no fueran los mismos que se encargaron de identificar a las máquinas, esperamos nuestro turno.
Tras una primera revisión, la doctora nos mandó a una sala para atender a Jaula. Jaula… Laura… Paula… ¿Qué más da? Con lo que sea se da la vuelta y te mira. La sala tenía 4 camas normales y pusimos a la croqueta en la que nos dijeron. Al cabo de un rato vino una enfermera para ponerle un supositorio y una mascarilla con un aerosol para que estuviera respirándolo un rato. Para abrir las vías respiratorias.
Cuando se acabó el aerosol, volvió la enfermera con unas compresas y una palangana con agua para bajarle la fiebre. Le puso una compresa en cada muslito de pollo, otra cubriendo toda la tripa y una más en la cabeza. Nos dijo que se las fuéramos cambiando cada cierto tiempo porque sobre todo al principio se calentarían rápido y que le fuéramos tomando la temperatura para avisarle cuando bajara de 37.5C.
Allí sobraba mucha cama y era la una y media de la mañana, así que con la excusa de hacerle compañía a Jaula, empecé a hacerme con trozos de la cama hasta que llegó un momento en que me quité los zapatos y me puse a sobar al lado de Jaula. Aparte de acompañar, no estaba siendo de especial ayuda. Entre eso y quedarme sopa en la cama creo que las enfermeras se compadecieron de mi hermana por tener un “marido” así.
Jaula entró apagadilla en el hospital y a esas alturas se estaba convirtiendo en el alma de la fiesta de Urgencias. De repente se puso como una moto. Yo no sé qué tipo de “drogaína” iba en el aerosol (el chute incluso te aumenta el ritmo cardíaco, confirmado por la médico) pero pensaré en volver con “dificultades para respirar” y pedir el mismo tratamiento. Después del trago del supositorio… ¡¡subidón, subidón, subidón!!
Cuando la fiebre bajó, volvimos a que la médico volviera a ver a Jaula. Aquí terminé mi actuación estelar de la noche. Mientras volvían a ver a Paula me senté en un silla y cuando empezaba a vegetar de nuevo vi un mosquito. Los mosquitos me ponen de mal carácter. Seguía siendo tarde y yo seguía cansado. Así que le perseguí con la mirada y cuando le vi posarse en una pared, me levanté tranquilamente y al llegar al mosquito pegué una palmada a la pared (mosquito incluido). Mi hermana no se enteró de nada, pero la médico vio a un idiota palmeando una pared y a partir de ahí no hizo más que vigilarme por el rabillo del ojo mientras atendía a Jaula. No es que haya necesidad de causar buena impresión siempre pero, ¿qué necesidad hay de parecer un loco?