No tengo muy claro qué les han pedido a mi hermana y cuñado en la guardería de Jaula, pero como son más vagos que yo, al final el que ha acabado pringando ha sido mi padre y ha escrito esto.
“Hola, soy Paula. Como es natural, a mi temprana edad, no sé escribir. Además, todavía me expreso con dificultad, pero éso no impide que a través de estas líneas pueda trasmitir mis sensaciones, que ésas sí que las tengo. Todo ésto viene a cuento de que estando próxima la fecha de mi segundo cumpleaños (22 de diciembre), se me ha pedido contar mis vivencias en la guardería a la que acudo no con toda la regularidad que desearía. Esto se debe a que en cuanto moqueo un poco, tengo algunos accesos de tos, o incluso apunto algunas escasas décimas de fiebre, mis padres a los que tanto aprecio, deciden que debo faltar a la guarde, yo diría que con un cierto grado de histeria, desde luego con la mejor intención del mundo, lo cual agradezco, aunque no pueda dar mi opinión, porque como antes he dicho, todavía me expreso con dificultad.
Pero vayamos al grano. Comencé a acudir a la guarde cuando todavía no había cumplido un año. Al principio se puede decir que era una mujer objeto. No me enteraba de mucho y me manejaban a su antojo. Con el tiempo, fui tomando conciencia de la situación y dándome cuenta del entorno pude apreciar que el orden y la amable disciplina que imperaban a mi alrededor, me hacían crecer por dentro. Por fuera no, porque soy más bien bajita. Como ya he dicho este orden se veía truncado por mis ausencias, pero no estaba en mi mano evitarlas. Llegué a temer que se me conociera por el poco deseado título de reina del absentismo. Pero lo que siempre me animaba era que en cada una de mis reincorporaciones era recibida con un afecto y cordialidad entrañables. Notaba que a medida que pasaba el tiempo iba creciendo mi simpatía hacia las profes. Me gustaría nombrarlas una por una pero no quiero correr el peligro de olvidar a alguna, lo que sería imperdonable. De todas formas sí que noto un especial feeling con Ana y Arancha que son las que más me han tenido que soportar, y estoy segura de que este sentimiento es mutuo. Sí recuerdo que los primeros días me resistía de una forma irracional a que limpiaran mis incontroladas deposiciones, mayores o menores hasta que pensé lo desagradable que hubiera sido para mí ponerme en su lugar. éso me hizo valorarlas más. También he sido un poco rebelde en el tema de las comidas. De todas formas en las notas que diariamente se entregan a mi querida madre puede apreciarse una evolución positiva en lo que a mi aceptación por los alimentos se ha ido produciendo. Incluso me han enseñado a manejar los cubiertos por mí misma y puedo decir que he adquirido cierta soltura. Debo reconocer que los findes toreo un poco a mis padres, puede que para que me hagan más caso, y me muestro algo más torpe de lo que en realidad soy. También reconozco que siento una cierta aversión a las frutas y es una lástima, porque son muy nutritivas. Espero ir entrando poco a poco porque también mis padres se afanan en ello.
En cuanto a los momentos lúdicos de mi estancia en la guarde, tengo que destacar todo lo relacionado con la música. Creo estar especialmente bien dotada para el baile en general aunque todavía es demasiado pronto para alguna especialidad concreta. Ni que decir tiene que una condición necesaria para poder iniciarme era saber andar, pero ayudada por mis profes, perdí el respeto, dejé de ir a gatas y un día que vino a buscarme Ángel le di la sorpresa cuando me vio caminar con todavía alguna torpeza. Ángel es mi abuelo, y yo le llamo así porque es como se llama. Él a mí me llama Paula, porque así me llamo, y no me llama nieta, aunque evidentemente lo soy.
Y llega la Navidad. Se nota en el ambiente y en un árbol bastante grande que ha puesto mi padre. Además encima del armario he visto una muñeca que no es de las mías. Se trata por lo que dice mi madre del Hada Colorín, que ha creado un ambiente mejor, si cabe.
En fin, voy a terminar. Sé que tengo que corregir todavía algunos detalles. Reconozco que me impacienta mucho esperar turnos, y no se controlar a veces mi mal genio. Trataré de superarlo, pero esto no es de un día para otro. Lleva su tiempo, pero todo se andará. Quiero felicitar a todos en estos días y que me dispensen por mis fallos, pero que valoren mis virtudes que no son pocas. Un cordial saludo.”