Llegué a Tenerife y al bajar del avión retrasé una hora el teléfono móvil pero no desactivé la opción “Automático – Utilizar valores proporcionados por la red” de la fecha y hora. Amablemente, el móvil deshizo mi cambio y devolvió la hora a la de la península sin dar ninguna explicación o aviso. Cretino.
Al día siguiente me levanté temprano para bajar el barranco de Masca y hacer guiri-kayak de Masca a los acantilados de Los Gigantes. En concreto, me levanté 1h antes de lo que pensaba que ya era bastante pronto. A las 7h de la mañana salía yo del hotel ante la mirada atónita de las personas de recepción mientras pensaba, ¿pero cuándo amanece aquí?
No habían cerrado aún los after hours, pero yo buscaba una cafetería para desayunar y lo más cercano que encontraba era alguna en la que estaban montando las mesas pero todavía no habían abierto. Así que cogí el coche y me fui hacia Masca.
Antes de bajar el barranco me di cuenta del error de la hora y empezaron a cuadrarme las cosas que había ido viendo.
El descenso del barranco no necesita ningún equipamiento especial son unos 5.5km y unas 3h andando con tranquilidad. Creía que era demasiado tiempo para una distancia tan corta, pero en el barranco no hay camino y mucha parte del tiempo vas triscando de roca en roca cual cabra. Hacia la mitad del camino has conseguido torcerte los tobillos por varios sitios y van muy sueltos.
La idea del barranco es: pared a la izquierda, pared a la derecha, ir hacia atrás no es una opción y sólo te queda ir hacia adelante. Pues a pesar de todo de vez en cuando piensas: “¡Me he perdido! ¡Me he perdido! ¡Mañana, o peor aún, dentro de varios días salgo en el periódico en la sección de sucesos!”.

Se puede hacer un poco largo, pero es imposible perderse. La gente deja montoncitos de piedras por donde pasa. También hay rocas marcadas con pintura en espray. O las dos cosas juntas.

Incluso hay un punto donde hay unas piedras formando una flecha.

En las zonas donde hay algo de camino con arena se ven las pisadas de gente. Por si todo lo anterior fuera poco, cada poco tiempo empiezan a bajar el barranco grupos de personas. Si crees que te has perdido, y sólo puede ser una creencia, te paras, te sientas y esperas a que llegue alguien. En menos de 5 minutos llegará un grupo.
Al llegar abajo, me senté en unas rocas, saqué el agua y los bocadillos comprados antes (no hay nada al llegar a la playa) y me puse a comer mientras esperaba la hora a la que había contratado los kayaks con Teno Activo.
Los kayaks eran de 2 personas y a mí me tocó compartir con El Hombre Que Susurraba a las Tortugas. Un venezolano que llevaba 8 años en Tenerife y que venía con su mujer y su sobrina. De vez en cuando se interesaba por cómo iba su mujer al grito de “¡¡Panzuda!! ¿Qué tal vas? ¡Avisa si te cansas!” mientras yo alucinaba pepinillos con lo de “Panzuda”.
La marea había traído “un poco” de porquería de alta mar y el payo no hacía más que llevarme a recoger bolsas de plástico “porque eran malísimas para las tortugas”. Yo hacía preguntas de gran alcance y nivel intelectual para tocarle los huevos como “¿¿Pero aquí hay tortugas??”.
El recorrido era de unos 6km desde la playa de Masca hasta el puerto deportivo de Los Gigantes, es decir, navegar al lado de los acantilados de Los Gigantes. Bueno, a una prudente distancia por si se desprendía alguna roca. Impresionante ver los acantilados desde abajo con el mar en calma y el cielo azul.
En mitad de la travesía paramos para darnos un baño. Cogí unas gafas y tubo y decidí ver si el tubo guardaba un poco de aire al bucear para poder estar más tiempo bajo el agua. No, no lo guardaba. Menudo trago de agua pegué. Saqué la cabeza del agua tosiendo y sintiéndome mineralizado para el resto del año. No más sal en mis comidas hasta entonces.
Había un par de kayaks individuales y pude hacer el resto del camino sin El Panzudo. En la segunda parte, pasamos cerca de una piscifactoría en el mar donde casi siempre pueden verse delfines que se acercan por si se escapa algún pez y les resuelve el almuerzo.
No puedo evitar el recado a “La Isla Moho”. Irlanda mola. Lo que me pasa en realidad es que me no llevo bien la diferencia de marketing entre Irlanda y España. En Irlanda los Cliffs of Moher se venden como la octava maravilla. La gente cruza la isla de lado a lado para verlos. No estoy seguro del marketing de los acantilados de Los Gigantes pero:
– Los Gigantes tienen una altura que llega a más de 600 metros frente a la altura máxima de 214m de los de Moher.
– En Los Gigantes puedes navegar en kayak y verlos desde abajo. Impresionantes.
– En Los Gigantes hace sol y los puedes disfrutar a gusto.
Aunque también hay que reconocer que había que torturar y matar a los que permitieron urbanizar Los Gigantes como lo han hecho. Al final de los acantilados está el puerto deportivo y el pueblo y al verlos dan ganas de matar, matar, matar.